Archivos Mensuales: marzo 2018

El Trastorno Psicosomático

Las personas que lo padecen se quejan por una serie de dolencias y síntomas físicos que tras la evaluación médica queda descartado el origen fisiológico y por lo tanto hay que orientarlo hacia lo psicológico.

Por lo general estas personas tienen la convicción que su enfermedad es real porque así la sienten y la sufren, lo cual dificulta pensar que el origen sea de naturaleza psíquica. Además la sintomatología suele ser recurrente, interfiriendo en varios ámbitos de su vida.

Históricamente, la medicina se ha enfrentado a diferentes posiciones respecto a cómo abordar ciertas enfermedades. En sus orígenes buscaba la lesión fisiológica pero más adelante fue adoptando una concepción más global de la persona, es decir que incluía el temperamento y otras manifestaciones como la conducta y las actitudes.

Desde entonces, esta concepción que reúne lo psíquico y lo somático (psique y cuerpo) ha ido cobrando fuerza e importancia. Actualmente se puede afirmar que una enfermedad o trastorno emocional que no se soluciona puede terminar transformándose en una enfermedad física.

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Antecedentes:

Un antecedente de este trastorno tiene que ver con una niñez expuesta al padecimiento de alguno de los padres o cuidadores, de una enfermedad o enfermedades reales o no. Así, a temprana edad se aprende a “usar” los síntomas como expresión de un  conflicto que no se reconoce y por lo tanto no se expresa a través de la palabra.

Las primeras consecuencias es la obtención de beneficios como atención, muestras de afecto y compasión, evitación de responsabilidades, de situaciones que requieren esfuerzo; consecuencias que pasarán a configurarse como parte de la estructura psicológica de la persona.

Otro antecedente tiene que ver con el aprendizaje de reprimir la expresión de las emociones y sentimientos, y es que ciertos pensamientos que pueden representar matices de agrado o desagrado se llegan a silenciar. Esto es que no se puede tolerar las sensaciones que producen. De esta manera sólo se consigue negar o no exteriorizar los conflictos y afectos derivados. Y como se encuentran impedidas de  reconocimiento, nuevamente estamos frente a la imposibilidad de ser simbolizadas con la palabra; es así que directamente pasan a ser escenificadas en el cuerpo a través de síntomas físicos.

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No es frecuente que a la consulta llegue una demanda directa de padecimiento psicosomático, por lo general hay otro tipo de necesidad visible (consciente) como el consultar por malestares propios de un conflicto del que no se sabe salir o pensamientos recurrentes de algo que no se entiende pero que se sospecha que es algo que necesita ser  comprendido.

Los síntomas psicosomáticos aparecen dentro del discurso cuando dejamos que el paciente relate lo que le acontece, es decir, como algo accesorio y no central de su queja.

En este tipo de personas por lo general observamos un común denominador: antecedentes de abuso, maltrato o negligencia de sus cuidadores a tempranas edades y que por falta de “elaboración psicológica” (reflexión, comprensión) estos episodios terminaron manifestándose de alguna manera.

Para indagar a fondo las particularidades de cada consultante es importante realizar una buena evaluación y un diagnóstico diferencial y por tanto hay que descartar si se trata de un trastorno de somatización, de dolor, de conversión o hipocondría. En todo caso, cualquiera sea la forma en que se presenten los síntomas hay que tener en cuenta que es un pedido de ayuda.

¿Qué puede hacer la psicoterapia?

produccion-cientificaLa psicoterapia pretende con su técnica, captar, procesar e interpretar los síntomas como si fueran cualquier otro sistema de comunicación; ya que los mensajes del cuerpo pueden ser entendidos como un lenguaje que expresa, comunica, dice. Y como los sucesos pueden ser de índole desagradable, doloroso, intolerable, pueden llegar a des-ajustar el habitual funcionamiento de la unidad “mente-cuerpo”..

Los estados de ánimo son en gran medida una expresión emocional y por lo general se exteriorizan y registran en el cuerpo, llegando a ser capaces de alterar procesos físicos. Así, cuando hablamos de  algún “dolor corporal”, tenemos que aprender a discriminar  el estado emocional.

Si enfocamos a las enfermedades como un lenguaje, podremos “oírlo” e interpretarlo además de comprender la intencionalidad con que se expresa. Esta es nuestra labor primordial. Oír los mensajes que el paciente nos transmite, tanto los verbales como los “no verbales”.

Algunos autores de la escuela psicoanalítica han ido más allá y señalado que existe la posibilidad de que las “fantasías inconscientes” respecto a sentimientos vividos en el cuerpo como el hambre, el vacío, o el dolor, están ligadas a experiencias maternas tempranas y que el impulso a enfermar tiene que ver con mecanismos defensivos para proteger al yo de estos sentimientos nada gratos.

Las disfunciones aparecen cuando las emociones no consiguen expresarse y la energía que estas tienen, se quedan encerradas en el organismo. Esto explicaría por ejemplo enfermedades como la hipertensión, las úlceras, el asma, la artritis, la dermatosis neuronal, insomnio, entre otras. Sin embargo, hay que tener en cuenta otros factores antes de ser concluyentes en un diagnóstico de trastorno psicosomático.

Por ejemplo, los rasgos de personalidad, el grado de vulnerabilidad frente al estrés y al ambiente que le rodea, su situación familiar,  laboral y sentimental. Si se trata de una persona con recursos y posibilidades; grado de satisfacción y actitud frente a la vida. Es decir, todo aquello que pudiera estar interfiriendo y desatando el mal-estar.

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Nuestro trabajo terapéutico apuntará a la adquisición de conciencia emocional, a la activación del reconocimiento de experiencias emocionales internas, a la estimulación del pensamiento, al reconocimiento y refuerzo de la propia valía y de la capacidad de resiliencia,  a la superación de dificultades en las relaciones interpersonales,  y sobre todo hacia la expresión verbal y simbólica de los conflictos. Todo ello hará que se adquiera una importante regulación emocional.

 

Lda. Lilian Suárez Bengoa

COP M-18289