El ciclo vital del ser humano contempla una serie de etapas en las que se suscitan sistemáticos cambios en el proceso de crecer. Aquí nos referiremos a los cambios de tipo psicológico, esto es que al ir avanzando en edad cronológica las personas vamos ganando complejidad. Y no por ello vamos a subestimar las primeras etapas evolutivas como la niñez y la adolescencia.
Los niños, al igual que los adultos también atraviesan por una serie de vicisitudes de orden psicológico que pudieran representar un conflicto en tanto les afectan de manera particular. Por esta razón, la psicología no deja de investigar lo que acontece en el proceso de ser niño y los factores que inciden directamente para generar tal o cual reacción.
Los psicólogos y psicoterapeutas prestamos especial atención a la conducta infantil, pero por sobre todo a lo que la origina, es decir a las causas. Así mismo son importantes las experiencias cotidianas en la interacción con los progenitores y otras personas que cumplen el rol de cuidadores y que de una u otra manera van dejando importante huella en el psiquismo infantil. También intentamos identificar las fantasías inconscientes que subyacen a la estructuración de la personalidad.
Es decir, nos importa identificar todo lo que nos aporta indicadores para entender como se ha ido organizando cualquier conflictiva que nos consulten como por ejemplo, los trastornos del sueño, o los problemas de conducta oposicionista, la rebeldía, la inapetencia, la enuresis, los problemas de atención, la hiperactividad, los problemas de socialización, entre otros.
Por otro lado hay que tener en cuenta que el niño, no nos hablará de lo que le “preocupa” o “aqueja”; a diferencia de un adulto que va a voluntariamente al psicólogo y habla por sí mismo (aunque a veces no logre identificar por sí mismo lo que le ocurre). Es esta la razón que la psicoterapia infantil utiliza la técnica del juego que equivale a la “asociación libre” del adulto.
El juego es el espacio que pretende escenificar simbólicamente lo que ocurre en el interior del niño, puesto que es el niño el único que verdaderamente sabe lo que le acontece. La labor del terapeuta es adentrarse en este juego simbólico y poner el lenguaje, las palabras que representan los sucesos y las emociones que devienen en síntomas. También nos valemos de los dibujos, para identificar el conflicto o el malestar que aqueja al niño y siempre respetando su propia visión que tiene de las cosas.
Un terapeuta bien entrenado, con experiencia, evitará imponer sus propios puntos de vista, su ideología o sus conceptos culturales. Además de una formación profesional, el conocimiento de la técnica, el terapeuta requiere algo muy importante, una serie de habilidades personales como empatía y flexibilidad.
Gradualmente el terapeuta y su técnica van haciendo posible que el niño a partir del vínculo terapéutico, se reconozca y se dé cuenta de lo que le acontece (conciencia y aceptación), esto es, que descubra la manera de afrontar y resolver por sí mismo los problemas que le generan malestar, desde su propia posición de niño y desde sus particularidades personales.
En Tiempo Terapéutico tenemos en cuenta estos y otros aspectos que iremos desarrollando para compartir con los padres interesados en conocer un poco más sobre la técnica, los objetivos y las habilidades de un terapeuta. Es probable que el conocimiento sobre ello facilite la decisión de llevar a su hijo a iniciar una terapia.
Tiempo Terapéutico